Vulnerabilidad que hace conciencia
Amero, la moneda de Norteamérica
El golpe seco de la tragedia comienza a abrir los ojos de algunos mexicanos a la política y su verdadera importancia. Educados en las aulas del cinismo cotidiano, que muestra a la política como sucia causante de todas las desgracias nacionales, y ajenos a una verdadera participación cívica porque las televisoras y los masivos medios de comunicación electrónica alientan el inmovilismo y la indiferencia, millones de habitantes de nuestro saqueado y pervertido país han dado la espalda a la política y han practicado un amargo desentendimiento, disfrazado de burla o “pragmatismo”, respecto a los asuntos públicos.
Pero la desgracia nacional (ayer, el desgajamiento de un cerro en Chiapas, con decenas de muertos, mientras el frívolo gobernador Sabines pelea, con mapaches de importación habilitados como “ministros” de justicia, contra herencias políticas del oscuro y negativo antecesor Pablo Salazar) ha comenzado a golpear con contundencia criminal los niveles de supervivencia básica, que hasta ahora han mantenido a muchos mexicanos en una modorra conformista. Por poco interés político que se tenga en la política, asoman los ribetes de gravísima irresponsabilidad que en el manejo de la riqueza y los instrumentos públicos han tenido los personajes que han ocupado el poder en los estados y en el nivel federal. En Tabasco se ha perdido la riqueza colectiva, conformada por pobrezas individuales estabilizadas, porque durante décadas los gobiernos han practicado el hurto institucionalizado (los Neme, Gurría, Madrazo y Andrade, entre otros) y porque los presuntos relevos justicieros (la tal alternancia democrática, tianguismo partidista sin cambios verdaderos) del foxismo y el calderonismo se convirtieron, el primero, en silvestre ejecutor familiar de las pillerías que adjudicaba a víboras negras y tepocatas, y el segundo en tapadera de todo lo anterior y temprano ejecutante de las mismas raterías recurrentes (César Nava, con las manos metidas en la corrupción petrolera; Juan Camilo Mouriño, sucesor de las glorias de los hermanos Bribiesca y la cónyuge Martita).
Tanto peca el que estatalmente se clava la lana (destinada a proyectos hidráulicos y a medidas preventivas baratas, según la ONU, que no se tomaron) como el que federalmente gobierna con las patas. Los errores del calderonismo en estas horas difíciles y el descaro de los grandes pillos impunes (no sólo en Tabasco, sino a escala nacional; relevantes, por la actualidad, Fox, Marta y parentela, pero también Arturo Montiel, Mario Marín, Ulises Ruiz y casi la totalidad de los gobernadores) hacen que en el grueso de la gente prenda una sensación de vulnerabilidad que de manera natural lleva a preguntarse cuáles pueden ser los mecanismos naturales de defensa. Un primer arranque lleva al enojo y la desesperación, e incluso de allí pueden multiplicarse las equivocadas tentaciones de la violencia política armada, pero una segunda etapa podría abrir la posibilidad de una mayor participación política y, eventualmente, de un ejercicio ciudadano verdaderamente crítico y transformador.
Quienes con aire cansado o molesto se quejan de que persisten los señalamientos al carácter ilegítimo de quien ejerce la Presidencia de la República, o quienes aducen con tono ácido que en política todo es lo mismo y los políticos todos son iguales, pueden ver ahora cuán necesario es participar, vigilar, proponer y luchar, aunque los cómplices y beneficiarios de las políticas pervertidas que causan las desgracias populares agiten con falsos aires de neutralidad la banderita de que no se “politice” lo que de suyo es densa y específicamente político: el uso de los recursos públicos en determinado sentido, ya sea el del embolsamiento corrupto de unos cuantos o el del cumplimiento de proyectos de interés colectivo. ¡Claro que es necesario asumir y ahondar el carácter político de lo que sucede en Chiapas, Tabasco y el resto damnificado del país!
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